LUZBY BERNAL

jueves, 30 de agosto de 2012

TE JUZGAS A TI MISMO


TE JUZGAS A TI MISMO

Reflexiones para el alma  


Foto: Evidencia de crecimiento espiritual
Leer | SANTIAGO 4.8
Tengo un amigo que por cierto tiempo fue consumidor de drogas. Hace poco, su familia se dio cuenta de que esta actividad había cesado, aunque él no la había dejado deliberadamente. ¿Por qué ­se preguntaban­ pareció desaparecer su deseo de seguir comprando más droga?
La razón era que mi amigo estaba más satisfecho con el Señor. Ya no necesitaba lo que el mundo le ofrecía para sentirse bien. ¡Qué ejemplo tan excelente de crecimiento en Cristo!
Además de encontrar satisfacción en Dios, hay muchos otros indicadores de crecimiento que son evidentes para el creyente. Por ejemplo, perdonar se vuelve más fácil con el tiempo. Pensemos en nuestro Salvador, quien pidió a Dios que perdonara aun a quienes lo habían crucificado.
Asimismo, a medida que maduremos, nuestra fe aumentará. Dios nos ama, y con misericordia y delicadeza desarrolla nuestra confianza en Él.
Otra señal de un caminar más estrecho con Cristo es un interés mayor por la condición espiritual de los demás. Y, por último, a medida que nuestra relación con el Señor se profundiza, tendremos más deseos de obedecerle. Este deseo no nace del temor, sino del amor a nuestro Padre Celestial. Del mismo modo, cuando pequemos, tendremos un corazón contrito y humillado.
¿Está usted satisfecho espiritualmente? ¿O tiene un hambre cada vez mayor e insaciable de Jesús? Si piensa que ya ha caminado lo suficientemente con Cristo, está cometiendo un terrible error. Se está perdiendo de la gran plenitud y emoción que se experimentan al estar cerca de Él.

"Sólo tenéis derecho a criticar de los demás aquellas debilidades que habéis logrado vencer en vosotros. Cada vez que emitís un juicio negativo sobre alguien, sois juzgados vosotros mismos. ¿Y por quién? Por vuestra conciencia, vuestro tribunal interior. 

Una voz se despierta entonces en vosotros para preguntar: «Y tú que te pronuncias así, ¿estás seguro que de una forma o de otra no tienes este mismo defecto?… ¿A esta debilidad de la que ya eres culpable, por qué añades la falta de indulgencia, la falta de amor? ¿No sientes que en tu corazón, en tu alma, estás perdiendo algo importante?»
He aquí el castigo infringido a aquel que juzga a los demás sin tener derecho a hacerlo: La luz autentica lo abandona

Algunos dirán: «¡Pero esta voz de la que nos habla, no la hemos escuchado nunca!» Evidentemente, porque han hecho todo lo posible para volverse sordos"



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