LUZBY BERNAL

martes, 30 de noviembre de 2010

Rabinos, imanes y sacerdote cristiano rezan juntos para que llueva en Tierra Santa
Los líderes religiosos de
Tierra Santa pocas
veces están de acuerdo
en algo, pero estos días
rezan por una causa
común: traer la lluvia
a la árida región, que
vive un mes de noviembre
con temperaturas
veraniegas.
En iglesias, sinagogas
y mezquitas los asistentes al culto no dejan de dedicar desde hace
semanas unas palabras para pedir a Dios que les bendiga con las
ansiadas precipitaciones, cuya ausencia podría causar estragos
en una agricultura que soporta ya siete años consecutivos de
sequía.
Unos sesenta imanes y rabinos y un sacerdote cristiano unieron
sus
fuerzas hace dos semanas en un curioso encuentro en el pueblo
palestino de Wallajah para orar juntos por la llegada de un otoño
que no se decide a aparecer.
Al poco común rezo inter-confesional han seguido multitud de
iniciativas, a cual más original, para conmover a la Divinidad
y que
se apiade de sus fieles en esta región que alberga algunos de
los más importantes lugares sagrados de las principales religiones
monoteístas.
Quizás los más activos hayan sido los judíos, cuyos rabinos jefes,
el ashkenazí Yona Metzger y el sefardí Shlomo Amar, han dejado
claro en una misiva a sus seguidores que "la tierra está seca
debido a nuestros muchos pecados", un castigo celestial ante
el que sólo cabe esperar la misericordia del Todopoderoso.
Ayer, los rabinos Menashe Malka y Reuven Deri se subieron a un
globo aerostático junto a la reina de la belleza Shavit Wiesel
(Miss Israel 2010) para pedir desde el cielo del caldeado desierto
del Negev que Yavé envíe las lluvias.
El colorido grupo entonó una oración del rabino Mordejai Eliahu,
destinada específicamente para este tipo de ocasiones.
También ayer, Metzger y Amar visitaron en la ciudad de Hatzor
Haglilit, en el norte del país, la tumba de Honi Hamagel, sabio
judío del siglo I A.C. famoso por invocar con éxito la llegada
de la lluvia.
En la última quincena, los más altos guías espirituales judíos
han convocado a sus feligreses a varias jornadas de ayuno,
en las que cientos de creyentes no han comido ni bebido desde
el anochecer de un día hasta el del siguiente, como muestra de
sacrificio y expiación de los pecados que han llevado a Dios a
castigar con la sed a su rebaño.
El miércoles, docenas de rabinos se unieron en una ceremonia
multitudinaria con el mismo objetivo a bordo de un barco en el
Mar de Galilea, cuyo nivel disminuye medio centímetro cada
día y ha superado ya en más de un metro el nivel mínimo de
alerta.
Los dos rabinos jefes han diseñado una oración especial que
los judíos más religiosos recitan estos días con fervor para
luchar contra la alarmante situación.
"Oh, Aquel que escucha las oraciones, por favor, trae la lluvia
a esta tierra y bendice al mundo entero con tu bondad, y
llena nuestras manos con tus bendiciones y la riqueza de tus
regalos. Ten misericordia con nosotros y con nuestras frutas
y cultivos. Bendícenos con la lluvia y haznos merecedores de
la vida, el sustento y la paz como en los buenos años", dice
la plegaria.
El rabino Mezger está convencido de su poder y asegura que:
"Hace un año nos encontramos en la misma situación, en la
que no había lluvia en mitad del invierno. Después de que
distribuyésemos nuestra oración y las sinagogas en todo el
país hicieran servicios especiales, llegaron las lluvias al final
del invierno y se evitó la sequía".
La relación entre las lluvias y el pueblo judío está plasmada
en la Biblia, en el capítulo once del Deuteronomio, en el que
se advierte a los judíos de que, si adoran a otros dioses, Yahvé
"cerrará los cielos y no habrá lluvia y la tierra no dará sus
frutos".
Hoy, a pocos días de finalizar el mes de noviembre, los
residentes de Tel Aviv pueden disfrutar de su paradisíaca
playa, con una temperatura de 25 grados, mientras en
Jerusalén se registran 23 y a las orillas del Mar Muerto
se llega a los 30.
El fin de semana será aún más caluroso y el termómetro
subirá todavía un par de grados más en esta tierra
sedienta, cuyos agricultores miran al cielo con la esperanza
de avistar a lo lejos alguna nube que preceda a la tormenta.
Si las cosas no cambian pronto, los peregrinos cristianos
podrían llegar a la ciudad palestina de Belén dentro de
unas semanas a pasar una calurosa Navidad en camiseta,
sandalias y pantalón corto. EFE
Aurora Israel



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