LUZBY BERNAL

domingo, 29 de agosto de 2010

¡Deja de Quejarte!
queja
La ingratitud es la fuente de todos los malos rasgos y emociones negativas. ¡La tristeza, la desesperación y la depresión son todas las manifestaciones del desagradecimiento…


La ingratitud es la esclavitud de la mente. En este sentido, un ingrato con a HaShem es por lo general un esclavo de sus impulsos corporales. Ya que su mente está esclavizada, no ve el sinfínde favores que el Creador le hace en cada momento.

Cuando en Pésaj el Pueblo de Israel abandonó Egipto, HaShem realizó una serie continua de milagros, milagro tras milagro, durante los siguientes cuarenta años en el desierto. HaShem se ocupó personalmente con cada uno. Nadie tuvo que ir a trabajar. Nadie tuvo que ir a la tienda de comestibles o a la tintorería. Nadie tuvo que coser ropa. HaShem proveyó a los Hijos de Israel con el maná, el Milagroso Pan Celestial. Bajo la Nube de la Presencia Divina, la ropa de la gente fue automáticamente lavada y planchada continuamente. Y no sólo eso, sino que ellas crecieron con los niños – cuando un niño crecía, su ropa crecía con él. Y lo que es más, la ropa nunca se desgastó, nunca se deshilachó, nunca se rasgó, y nunca se decoloró. Nadie pagó la cuenta del agua, ya que su fuente del agua iba con ellos d ondequiera que ellos fueran.

Recuerden donde el Pueblo de Israel estuvo durante cuarenta años. No acamparon en un huerto de manzanos rodeado por pastos exuberantes y campos de trigo a orillas de un hermoso río. Ellos estaban en un desierto desolado y rocoso, rodeados de arena y piedras. A pesar de todo en cuarenta años, nadie careció de comida, agua, o ropa. Nadie alguna vez fue mordido por una serpiente o un escorpión. Nadie alguna vez necesitó un oculista. HaShem los curó de todas sus enfermedades. ¿Quién puede sustentar a dos millones de personas en el desierto, digamos, durante un solo día, mucho menos durante cuarenta años?

Todo lo que el Pueblo de Israel debía hacer era sentarse y estudiar la sagrada Torà. Ellos recibieron clases directamente de la boca de Moisés. Pueden estar seguros que él les enseñó “En el Jardín de la Fe” y Bisdei Yáar / “En los Campos del Bosque”. Aún con todas estas fantásticas vivencias, ¿por qué todavía se quejaban? La primera respuesta, otra vez, es que sólo pocos de ellos trabajaron sobre sí mismos.

El Gaón de Vilna, el gran Genio en la Torá, solía decir que es más fácil aprender la Mishná entera y la Guemarà de memoria, que corregir un solo rasgo de carácter. Pocas personas pueden decir que han corregido realmente un solo defecto en su carácter.

Incluso las personas que invierten una hora diaria en Hitbodedút - la Plegaria Personal en Aislamiento - no serán capaces de corregir un mal rasgo o hábito si no hacen un esfuerzo concentrado y concertado de trabajar sobre sí mismos en ese asunto particular, y rezar por la ayuda del Creador cada día durante un significativo período de tiempo. El resultado no es inmediato o fácil, porque la corrección de un defecto de carácter o de un mal apetito es aun más difícil que "dividir el Mar Rojo".

Vayamos a resumir este primer punto: incluso si una persona estudia la Torá todo el día y hace Hitbodedut cada día, si no trabaja seriamente en la mejora de su carácter, nunca cambiará. No importa si ve los más grandes milagros con sus propios ojos – si no trabaja sobre sí misma, permanecerá tan ciega como un murciélago a nivel espiritual. Esta persona estará todavía llena de arrogancia, ira, depresión, malos hábitos y apetitos corporales. Esto explica cómo la gente así llamada "religiosa" puede engañar, mentir, o quejarse – ¡esta gente simplemente no trabaja sobre sí misma!

Vemos en la Torá que los Israelitas se quejaban continuamente de los grandes regalos de HaShem. Cada uno de ellos tenía “ingresos adecuados”, nadie tenía una hipoteca, y cada uno tenía lo suficiente para comer. Con todo, lloriqueaban. Ellos llamaron al maná el “pan estropeado”. No les era suficiente tener un pan milagroso que tenia el gusto de la mejor delicadeza del mundo; quisieron también filetes y costillitas de cordero. Esto nos lleva a nuestro segundo punto de la lección de hoy, que es la raíz de todos nuestros problemas desde el inicio de los tiempos – la ingratitud. La Gente de Israel se quejó porque carecía del rasgo de la gratitud básica por los favores interminables y milagros absolutos que HaShem les realizó. Los llantos y las quejas son las manifestaciones de la ingratitud, y la ingratitud invoca los más severos J uicios Divinos más que toda otra cosa.

¿De qué se queja la Gente de Israel? Ellos recuerdan al pescado y las sandías que comieron en Egipto…

¿Qué? ¿Quieren ustedes volver a la esclavitud en Egipto, haciendo el trabajo agotador de construcción todo el día bajo el sol que les abrasa - sin ningún pago o derechos sociales, sólo para conseguir un pequeño pescado y una sandía al final de día? ¿Dónde está la gratitud a HaShem? ¿De repente ustedes anhelan tanto a Egipto?

HaShem, el Creador del Universo, está con ustedes en el desierto todo el día y toda la noche. Su nube protectora provee el aire acondicionado central en el calor del verano, y el completo control climático en el invierno. La nube aplana los caminos rocosos y extermina a todos los parásitos e insectos. La gente tiene todo – y aún todavía se queja.

La ingratitud es la fuente de todos los malos rasgos y emociones negativas. ¡La tristeza, la desesperación y la depresión son todas las manifestaciones del desagradecimiento, porque si una persona abriera sus ojos sólo un poquito para observar sólo una pequeña parte de los milagros y de los actos cariñosos de bondad que HaShem nos hace cada segundo, no estaría triste o deprimida!

El RebeNajman de Breslev dice enfáticamente que la tristeza y la depresión son realmente el resultado de estar enojado con HaShem, pues Él no hace lo que el hombre desea. Piensen en esto... ¿Qué impudencia podría ser más grande en la tierra que estar enojado con el Benevolente Creador del Universo? Los llantos y las quejas contra a HaShem indican una pesada carencia de gratitud por los numerosos e infinitos milagros que HaShem hizo, hace, y sigue haciendo a cada persona.

Lloriquear y quejarse es la ingratitud. Los defectos de carácter llegan de la ingratitud. Los problemas matrimoniales proceden de la ingratitud. Los niños mimados son aquellos que nunca fueron enseñados a dar gracias. El secreto de la acertada educación de los hijos es una palabra – gratitud. Un niño al que se le enseña a apreciar todo en la vida y a expresar su agradecimiento, crecerá y será un hombre que tendrá éxito en todo. Tal niño siempre será un ser equilibrado en la sociedad y popular.

La raíz de todos nuestros problemas desde el inicio de los tiempos es la ingratitud. La raíz de todos nuestros problemas en las relaciones interpersonales, sea entre amigos, entre marido y esposa, entre empleador y empleado, o entre padre e hijo es la ingratitud.

El ingrato es un esclavo verdadero, está dispuesto a vender su alma por una rebanada de sandía o alguna otra satisfacción corporal.

Que el Creador nos ayude a lograr la libertad del cuerpo y de la mente, y poder darle gracias – de todo el corazón, Amén.

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